Mi sobrina

Hace dos años, cuando supe que mi hermana estaba embarazada, escribí un poema para el bebé que venía en camino. Para ese entonces ya sabíamos que iba a ser una niña e incluso el nombre que le pondrían. Así que cuando estaba en clase, en la parte de atrás de un cuaderno empecé a escribir. Cuando llegué a casa se lo enseñé a mi hermana y le gustó mucho.

Para el día de su nacimiento pasé el poema a otra hoja para que estuviera más presentable. No puedo decir con exactitud cómo fue, ya que yo no estaba con mi hermana, pero con lo que nos ha contado fue un parto con muchas emociones. Mi sobrina nació a las 3:29 de la madrugada. Mis papás estaban acompañando a mi hermana mientras los demás dormíamos. Cuando me desperté para ir a estudiar, mi otra hermana me contó que el bebé ya había nacido. Fui a estudiar muy emocionada y a contarle a mis amigas, que también se alegraron al saber la noticia.

En la tarde de ese mismo día, mi mamá, mis hermanos y yo fuimos al hospital a visitar a mi hermana y a conocer a la nueva integrante de la familia. Cuando la tuve en mis brazos, sentí su peso tan liviano, le vi sus pequeños párpados, sus pestañas, sus brazos, manos, pies, su nariz y sus labios. Todo era tan pequeño y a la vez tan perfecto. Pensé en las maravillas de la vida, y en lo increíble que es cuando un nuevo ser viene al mundo. Mientras unos nacen, otros mueren. Es la ley de la vida. Y mientras contemplamos la venida de un nuevo ser, surge una pequeña esperanza. Esperanza de una nueva vida y de sentirse capaz para lograr tus objetivos.

Eso es lo que nuestra pequeña Valentina ha logrado en mi familia, esperanza. Siendo tan pequeña nos ha dado tanta felicidad, compartiendo con nosotros sus nuevas palabras, su sonrisa y travesuras.


Nueve meses en el vientre de mamá
fruto de un amor confuso
y de un encuentro inesperado.

Fuiste una explosión de noticia,
cinco meses admirada, me atrevo a decir.
Dios te moldeó como niña,
¡Qué alegría nos hizo sentir!

Nueve meses esperando
y tu casi vas llegando.
Ganas me dan ya,
de tu hermosa carita ver.

El color de tus ojos, el color de tu pelo
el tamaño de tus brazos,
el tamaño de tus pies,
el tamaño de tu ser, admirable al ver.

Dios te ha mandado
y en los brazos de mamá te has refugiado.
Una niña admirable al nacer,
por la familia que lograste obtener.

Tíos, abuelos, amigos,
se convierten en familia.
Tu alegría, amor y compañía,
son motivos suficientes para amarte, sobrina mía.

Bienvenida seas
al mundo al que Dios te mandó
Marcela Valentina
tu nombre se anunció.





Comentarios

  1. Cuando escribes llegas de inmediato al corazón. Es la tinta del corazón y la pluma de la imaginación. Esa niña sobrina, nieta, hermana y aliada, es en nuestros corazones la alegría y representa nuestra unión. Yo también celebro la vida y la alegría que nos brinda con cada grito, sonrisa y berrinche. Te amamos Valentina

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